La respuesta emocional, como el tilt, no es solo un destello aleatorio. Tal respuesta no surge sin razón. Al final, los jugadores hacen tilt de diferentes maneras, tienen diferentes límites para el tilt y hacen tilt por diferentes razones. Al aceptar la respuesta emocional como un indicador de valores fundamentales, podemos obtener buenos conocimientos que ayudarán a controlar el tilt y otros comportamientos indeseados.
Imaginemos que la respuesta emocional es una “grabación de casete” que proviene del subconsciente. Tal vez, cuando ganas, tiendes a terminar el juego rápidamente, o haces tilt cuando pierdes contra un mal jugador, o quizás comienzas a dispersarte cuando te aburres. Este comportamiento muestra tus valores fundamentales: son tus deseos de primer orden. Si terminas el juego demasiado pronto, parece que tu valor es sentir que tuviste una sesión rentable; si haces tilt contra malos jugadores, tu valor es sentirte superior a los demás; si te dispersas cuando te aburres, tu valor es la diversión y la emoción.
No estamos diciendo que sobrevalores esto. Objetivamente, es difícil para otra persona determinar si alguien sobrevalora algo, ya que los valores no pueden definirse racionalmente. Simplemente, cada persona tiene sus propios valores y elige cultivarlos. Si valoras la emoción y eres feliz teniendo este valor, ¿quiénes somos nosotros para decirte que prefieras el dinero en lugar de eso? Sin embargo, si tu deseo de segundo orden es priorizar el dinero sobre los partidos emocionantes, significa que quieres cambiar tus deseos de primer orden. En ese caso, es completamente lógico corregir esta discrepancia.
Para aprovechar completamente tus capacidades emocionales, tanto positivas como negativas, debes comenzar con un análisis sincero. No puedes resistirte ciegamente a la reacción emocional, como si el efecto en sí fuera el problema. Si comienzas a dispersarte durante un partido aburrido, es solo un síntoma de tus valores fundamentales. Culpar a la dispersión sería como culpar a la tos ignorando el virus en sí. Si valoras la emoción, primero debes admitir que valoras eso. Si no lo valoraras, no comenzarías a dispersarte en absoluto. Una vez que admitas que valoras cierta emoción en el momento presente, podrás comenzar a trabajar para dirigirla en la dirección correcta o simplemente apagarla.