Hasta ahora he alabado fervientemente las ventajas de la teoría del póker y los resultados estrictos de las investigaciones. Sin embargo, también debo enfatizar que no creo que la teoría sea todopoderosa. Algunos jugadores, especialmente aquellos que son matemáticos de nacimiento, ven el póker a través de lentes color de rosa. Para ellos, el póker es solo un constructo matemático, un problema con una solución definida. Estas personas imaginan que encerrándose en una habitación durante 20 años con una calculadora podrían desarrollar su juego de tal manera que vencerían al mejor jugador del mundo.
Estos jugadores están convencidos de que el póker consiste solo en estrategias. Como si tuvieran una tarjeta que les dijera cómo volverse invencibles. Por supuesto, el póker no funciona así. Hay que aprenderlo, toda la información aprendida debe impregnarse hasta los huesos. Tu mente debe formar una red correcta de asociaciones neuronales, y eso se puede lograr jugando cientos de miles de manos. No necesitas planificar todas las estrategias ni estar obsesionado con las matemáticas. Conocí a muchos jugadores que eran matemáticamente más capaces que yo, pero no podían mantenerse en un juego de ciegas de 1$/2$.
Recuerda una mano difícil de póker que jugaste alguna vez. Puedes creer que hay alguna manera de ganar esa mano y encontrar la “respuesta correcta”, como si fueras un científico observando a un ratón de laboratorio en su laberinto. Puedes creer que la teoría te mostrará la respuesta. Pero, ¿por qué lo crees? Quieres verlo desde el punto de vista del científico. Pero en realidad, tú mismo eres el ratón en el laberinto. Y nunca serás el científico. Estás atrapado, y no hay manera de escapar de eso. No tienes acceso a la teoría perfecta, y no sabes por qué tu teoría es imperfecta. Y puede ser que todo lo que sabes nunca te lleve a la solución óptima. En alguna parte de tu mente puedes creer que el póker es un juego hermoso, justo y matemáticamente impecable. Pero tú eres quien está aprendiendo póker, eres el ratón buscando la salida del laberinto. La mente no siempre te salvará.
Haseeb Qureshi