Hay otra idea, rara vez analizada, que, a la hora de crear un retrato completo de un adversario, suele denominarse su zona de confort.
Definir la zona de confort de un jugador, a diferencia de analizar frecuencias o patrones psicológicos, es más un ejercicio artístico. Para averiguar cuál es la zona de confort de un oponente, hay que averiguar cómo se siente el jugador en determinadas situaciones o qué le gusta del póquer. En otras palabras, hay ciertas situaciones de farol que el oponente considera inapropiadas, y hay otras que considera apropiadas. Hay estilos, estrategias o situaciones que el oponente disfruta y evita. Recrear cómo se siente su oponente en diferentes situaciones de farol y valuebetting es una tarea muy delicada pero importante.
Cuando empiece a comprender la psicología de su oponente, es probable que vea algunas situaciones de farol que él no entiende, aunque su percepción de las mismas parezca llevarle a verlas. Este es un buen indicador de una zona de confort que interfiere con la estrategia del jugador.
La zona de confort está inversamente correlacionada con la teoría de la centralidad. Cuanto más alejada esté una situación del centro, más probable es que esté fuera de la zona de confort del jugador. Contrariamente a la creencia popular, la zona de confort obliga al jugador a resistirse a la sensación de la mano. Por ejemplo: algunos jugadores se resistirán deliberadamente a ciertos tipos de apuestas de poco valor, a farolear con ciertas cartas o a una secuencia de faroles en el flujo del juego. Incluso si la situación lo requiere y son conscientes de que es el lugar adecuado para ello, los jugadores competentes con una zona de confort débil pueden negarse a jugar una partida óptima. Por eso es muy útil prestar atención a los tipos de farol que el rival evita o ante los que se detiene. Puede utilizar estas observaciones para definir los límites de la zona de confort de su oponente.
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