Tienes que trascenderte a ti mismo, a tu conciencia. Bájate de tu trono y examina todo tu sistema con objetividad newtoniana. Mira. Esto es lo que eres. Así es como piensas. No te limites a examinar la superficie, profundiza.
Sea como sea, tu mente no está hecha para jugar al póquer. Tu mente está en contra. Las probabilidades, las dudas, los cambios cognitivos, el estrés elevado constante y los bajones se interponen en tus esfuerzos por comprometerte plenamente con este juego maravilloso y estimulante. Pero de todos modos te sientes bien. Te has prometido no apegarte demasiado a tu mente. Aceptas todo lo que el póquer te da o te exige. En última instancia, el póquer es una lucha contra la irracionalidad humana. Dominar el póquer es dominar la máquina humana, la mente. Es un viaje. Y quizá si no fuera tan difícil, si estuvieras completamente a gusto contigo mismo, el póquer no sería un juego tan dinámico, rentable y enérgico. Quizá deberíamos estar agradecidos de que sea lo que es.
Así pues, tienes una tarea que afrontar. Pregúntatelo a ti mismo. Déjalo todo a un lado y permítete sentir la verdad, explórate a través de los ojos de otra persona como si te vieras a ti mismo por primera vez.
Dígase la verdad. La fea verdad. ¿Qué es lo que quieres? ¿Dónde son buenas tus habilidades, dónde son malas? ¿Cuáles son tus fracasos y tus éxitos? ¿En qué te mientes a ti mismo? Nadie puede responder a estas preguntas por ti. Puedes mentirte a ti mismo si quieres, nadie te lo impedirá. No hay atajos. No hay secretos.
¿Qué piensas de los demás? ¿Qué temes? ¿Qué es lo que más quieres del póquer? ¿Qué significa jugar contra ti? Si no puedes responder a estas preguntas por ti mismo, pregunta a los que te rodean. Si ellos tampoco lo saben, pregúntaselo a tus enemigos. En algún lugar en medio, entre ellos y tu percepción, está la verdad de quién eres realmente. Tienes que buscarla.
Hay que hacerse una pregunta. ¿Quién es usted? Esta pregunta te la han hecho muchas veces a lo largo de tu carrera. Pero depende de ti si estás preparado para afrontar la respuesta.
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