Los límites de la razón

Los límites de la razón

Hay un viejo tópico que afirma que el hombre es el ejemplo de la racionalidad y el administrador de la razón. Esta idea procede de la Ilustración. Ahora que el optimismo ha pasado de moda, los estudios psicológicos recopilados en los últimos 150 años han demostrado lo lejos que estamos realmente de ser racionales.

Experimentemos esto desde una perspectiva evolutivo-psicológica. En lugar de hacer suposiciones, como hacían los pensadores del siglo XIX que creían que la mente humana era idónea para ejecutar órdenes racionales, pensemos en la mente como un mecanismo evolucionado capaz de satisfacer necesidades evolutivas. Lo que debemos esperar de la mente no es necesariamente racionalidad per se, sino lo que más probablemente nos ayude a sobrevivir.

Si el cerebro ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir en las condiciones en las que vivían los primeros humanos, no debería sorprendernos que la mente domine las áreas que debería dominar en una situación así. ¿Por qué necesitarían los primates de la selva o la sabana perfeccionar la capacidad de la mente para calcular probabilidades correctamente?

Tenemos que saber para qué sirve nuestra mente y aceptarla como una herramienta de razonamiento, pero también como una herramienta con limitaciones. Nuestros cerebros son propensos a cometer errores, y en el póquer estos errores pueden ser la causa de una caída. La única forma de evitarlo es ser consciente de uno mismo e intentar tratar estos errores conscientemente.

Hay dos grandes ideas en lo que se refiere a las limitaciones del conocimiento. La primera se refiere a la racionalidad limitada. La racionalidad limitada es la tesis de que la racionalidad humana se construye a partir de tres factores: la información de que dispone el ser humano, las limitaciones del procesamiento de la información recibida y la cantidad de tiempo disponible para tomar una decisión. Aunque podemos imaginar una racionalidad ideal que tenga en cuenta todos los factores posibles, los sopese perfectamente, los piense y llegue a conclusiones desapasionadamente para tomar la mejor decisión, las personas no lo hacemos así. Sencillamente, no podemos hacerlo. La racionalidad "real" es una fantasía, al menos para nosotros los humanos. Lo mejor que podemos hacer es una versión parcial de la racionalidad, llevada al mecanismo de nuestra mente.

Otro concepto con el que ya nos hemos topado son los sesgos cognitivos o predisposiciones. Los sesgos cognitivos son patrones persistentes de errores de comportamiento que se producen en el pensamiento humano. Estos sesgos se entienden mejor si se han desarrollado por una razón específica. Por ejemplo, pueden ser útiles para el bienestar cultural o emocional, o pueden funcionar como una técnica eficaz de resolución de problemas que nos permite tomar decisiones sencillas mucho más rápidamente en situaciones en las que la precisión no es importante.

Hay muchas habilidades que han demostrado ser más importantes para la evolución que la racionalidad. Entre ellas están la velocidad, la eficacia y, por supuesto, la capacidad de sobrevivir. Así, nuestra mente evolucionada prefiere una ilusión cómoda a la realidad. Pero las habilidades que son importantes para los jugadores de póquer son bastante diferentes de las cualidades seleccionadas y refinadas por la evolución. El póquer valora la indiferencia y la fría racionalidad. En el póquer no hay lugar para la ilusión. Cuanto más cerca estén de la realidad, mejores jugadores de póquer serán.

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